domingo, 1 de septiembre de 2013

Se acabaron las vacaciones... ¿pero eso es malo?



Hoy es 1 de septiembre. Las clases están a punto de empezar de nuevo, y con ellas el estrés, los exámenes y la rutina diaria. Lo único que puedo decir ante esta aparentemente desagradable situación, es que en cierto modo, no me importa demasiado. Por supuesto que desearía que fuera verano todo el tiempo, para poder dormir a todas horas, ir cuando quiero a la piscina, y alimentarme a base de sandía. Al fin y al cabo... ¿quién no quiere eso? 

El caso, es que últimamente algo ha cambiado dentro de mí. Algo muy grande. Este verano he descubierto cosas muy valiosas. Y siento que tengo más interés por aprender más y más cada día, sobretodo en lo que al ámbito de la escritura se refiere.

También siento que estos últimos años, en los que he estado metida de lleno en una turbia e impredecible adolescencia, están quedando atrás. Con cada paso que doy me alejo más de aquella niña que lo veía todo oscuro, que no confiaba en que las cosas fueran a cambiar, y me acerco a alguien más mayor, que aun siendo una niña de todos modos (ya que aún le queda una vida entera por aprender), empieza a ver una luz al final del camino. Por eso no me importa tener que volver a clase, dejar que el tiempo vuele. Porque si esto sigue así, a partir de este mismo momento, mi vida solo puede ir a mejor.

Y esto me hace feliz. Me hace feliz mirarme en el espejo por las mañanas, y no verme obligada a criticar cada parte de mi ser. Es agradable ver todos y cada uno de mis defectos, ser consciente de que siguen ahí, pero simplemente dejarlos estar. ¿Por qué? Porque cada vez voy entendiendo más qué es lo que realmente importa en la vida. Lo importante aquí no es ser el mejor del mundo, sinó ser la mejor versión de ti mismo. Encontrar tu misión en la vida y hacerla tuya, sin importarte lo que te cueste llegar hasta ella. 

Por eso, y debido a todo lo que me ha ocurrido durante estos cortos (aunque intensos) últimos meses, puedo asegurar que nunca me había sentido tan fuerte como me siento ahora. Totalmente preparada para tirarme de cabeza hacia este nuevo curso que empieza. Sin miedo. Esta vez nadie va a lograr hacerme daño, porque esta vez... yo he cambiado. Me siento alguien diferente.


Y ahora, vengo pisando fuerte.


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